NO HAY PEOR DELITO QUE DEJARSE BASUREAR
Siempre que haya vida, habra esperanZa-
De repente, si creo en Dios, existe. Y si alguien a mi lado no cree en Dios, no existe, en su mundo, tan legítimo como el mío.
domingo, 28 de julio de 2013
jueves, 11 de julio de 2013
Happy New Year
Mira, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestás tu mano en esta noche
de fìn de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas.
Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Asì la tomo y la sostengo,
como si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres.
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestás tu mano en esta noche
de fìn de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas.
Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Asì la tomo y la sostengo,
como si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres.
miércoles, 19 de junio de 2013
martes, 28 de mayo de 2013
La lluvia y los hongos
¿Sinceridad? Cuidado con la palabrita. Por lo pronto, querida, no
era este nuestro convenio de hace cuatro horas. ¿Recuerdas lo que dijimos? No
existe el pasado. Claro que es difícil abolirlo. Pero reconoce que hubiera sido
lindo quedarnos con nuestra imagen de hoy, vos y yo en aquel zaguán oscuro,
provisoriamente resguardados del aguacero, vos y yo sintiendo que de pronto
circulaba entre ambos la corriente milagrosa, vos y yo inscribiendonos
tácitamente en el compromiso de venir aquí, o a cualquier habitación tan
sórdida como esta, para repetir, como siempre con fundadas esperanzas, la
búsqueda del amor.
Después de todo, ¿Que crees que es la sinceridad? ¿Que yo te diga
lo que te gusta y vos me digas lo que me revienta? Cuidado con la palabrita. La
sinceridad (cuando es sincera, porque también hay una sinceridad falluta)
siempre nos llevara a odiarnos un poco. Ahora me da lastima verte así, tan
indefensa, tan iluminada. ¿Quieres apagar la luz? Conviene que te cubras, por
lo menos. Ademas, ya no llueve. A lo mejor, tienes razón. Terminada la lluvia,
el pasado vuelve a nacer, como los hongos. ¿Quieres que empiece por la infancia
con padres, con libros y sin ternura? No, esa parte es mas bien tediosa. ¿O
quieres que empiece por la zona de amistad? Ya se, estarás pensando: cuantas
ventajas para el hombre, Dios mío (porque vos decis a menudo diosmio), no
cultivan la virginidad ni tienen loa pies frios ni soportan la menstruación, y,
como si eso fuera poco, poseen la necesaria ingenuidad para creerse amigos,
nosotras en cambio sabemos a que atenernos: nos encontramos, nos reímos con
cierto escándalo, nos besamos simbólicamente con los labios en el aire, decimos
pestes de las cuñadas, de las primas, de las presuntas amigas ausentes,
comparamos detalles de nuestros novios, amantes o maridos, intercambiamos
falsas confidencias y besamos otra vez el aire antes de separarnos con la misma
sorba, con la misma envidia contenida. Si, estarás pensando en eso, y quizá
tengas un poco de razón. Pero la verdad es que a mi no me ha hecho feliz la
amistad. Simplemente compruebo. Tuve exactamente tres amigos. Ya ves que no es
tan fácil. Solo tres. El primero se quedo con un sobre que contenía mi sueldo y
nunca mas supe de el. Con el segundo me tome a golpes, y las cocatrices
respectivas (esta del pomulo, otra en su hombro derecho) nos impiden olvidarlo
todo. En cuanto al tercero, me quito una novia. No, esa vez yo no estaba
realmente enamorado. Lo importante vino después. Fue la única ocasión en que me
sentí vivir en pleno, como in animal nuevo y despierto, ágil, sensible, aunque
horriblemente preocupado. Estaba, como explicarte, deslumbrado ante esos
inesperados matices de posesión y de ternura que descubría en los menos
comunicables de mis pensamientos. Pasaba como un fantasma por mi empleo, por la
calle, por mi casa. Estaba enamorado como puede estarlo un chico de su maestra,
o dd la amiga de su hermana mayor. ¿Como era ella? Bah, era inculta, primaria,
pero tenia una sabiduría instintiva que la hacia intocable, una sensibilidad
que convertía en perfecto todo cuanto hacia. Hablaba con gran elocuencia, un
poco a balbuceos, pero poseía la elocuencia mas difícil: la de las actitudes.
Frente al problema mas intrincado, su actitud era siempre irreprochable. Tenia
un increíble olfato dd lo que estaba bien. Un desequilibrio que a la postre me
resulto intolerable. Ella me quería, estoy seguro, pero había una suerte de
juego mezclado a su amor. Yo tenia una horrible conciencia de no ser tomado en
serio. Pero mi amor, llamemoslo así, tampoco era limpio. Estaba, como te diré,
contaminado de respeto. Y así no se puede, claro. Quizá ella tenia la horrible
sensación de ser tomad en serio. Nunca se aabe. De todos modos, era un
desequilibrio. Un dia no pude mas y la golpee. Tuve que hacerlo. La golpee, la
humille, la obligue a cometer acciones que eran denigrantes en nuestra
relación. Tenia que verla alguna vez en una postura horrible, en una actitud
absurda, reprochable. Ya se que es difícil de comprender, no precisa que me
mires así. No lo conseguí, claro. Porque ella pudo resistir. ¿No te digo que la
obligue? En ese momento pensé que lo había conseguido. Estaba allí, asombrada y
despreciable, y yo podía mirarla sin respeto, como si hubiera verdaderamente
prostituido su pasado. Pero al día siguiente ella adopto de nuevo la única
actitud irreprochable, la única que podía purificar la inmundicia dd la
víspera. ¿Todavía no comprendes? Abrió el gas. La mate, claro ¿Querías decir
eso? Fui el culpable, el único ¿Te das cuenta? Y ahora, por favor, hablemos de
otra cosa. De tus amores, por ejemplo.
- Mario Benedetti
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